Hoy quiero que me permitas jugar un poco con tu imaginación.
Imagínate
el día de tu nacimiento, tus padres, tu familia, sus amigos, todos
contentos y emocionados por que habías llegado a este mundo.
Un mundo al cual tú llegaste… llorando.
Ahora
imagínate que aquel llanto se hubiera prolongado durante gran parte de
tu vida por culpa de un motivo que solo tu podías saber.
Imagínate que el día que llegaste a este mundo, alguien te hubiera dado una pistola y te hubiera dicho:
-
Tu destino ya está escrito, pero tiene dos finales, vas a seguir
llorando por lo menos hasta el día que elijas uno de ellos, el primero
es que algún día llegues a la conclusión de que no eres capaz de elegir
el segundo y termines arrojándote al vació desde un acantilado, el
segundo será que algún día seas capaz de reunir el valor suficiente para
coger esta pistola, apoyártela en la sien y disparar, no sabrás el
número de balas que hay en el cargador, ni mucho menos si saldrán cuando
aprietes el gatillo, lo único que puedo decirte es que tarde o temprano
tendrás que elegir una de las dos opciones, y que si alguien se
enterara de esto, el efecto puede ser el mismo que si hubieses elegido
la segunda.
Imagínate
que la vida sigue su curso, y que tú cada vez que te encuentras a
solas, sacas la pistola y mientras la observas rompes a llorar, siempre
en silencio, siempre en soledad, una soledad que con el tiempo terminará
convirtiéndose en tu mejor amiga y tu única confidente.
El
tiempo va pasando, y tu con el vas creciendo, pero no crece solo tu
cuerpo, también lo hace tu mente, y un día descubres que la fatídica
decisión la tomaras tu cuando quieras, y la pospones cada día mas y más,
tienes una vida que te hace feliz, y ninguna de las dos opciones que
tienes es compatible con seguir viviéndola, pero llevas una lacra que
eclipsa todo lo que hay en tu vida, la pistola que tienes en el bolsillo
antes apenas pesaba, pero cada día que pasa en tu vida, tienes la
sensación de que aumenta de peso.
Un
día decides darte cuenta de que tu no tienes la culpa de llevar esa
pistola, te la impusieron al nacer, y quizás no seas la única persona en
el mundo que lleva una, y ese día comienzas a investigar, buscas por
todos los métodos disponibles a tu alcance información sobre personas
obligadas a vivir tu misma situación, devoras montones de libros,
escaneas concienzudamente los programas de la radio y de la televisión, y
exploras en la ingente cantidad de información que compone la red de
redes, y tu búsqueda al final un día da sus frutos, por fin encuentras
información de personas que siguen llorando y de personas que un día
dejaron de llorar, lees las biografías de todas ellas, buscando, siempre
buscando, buscando la información que no te dieron junto con la
pistola, la información que te falta para poder tomar algún día tu
propia decisión.
¿Cuántas balas tiene? ¿Qué probabilidades hay de que alguna de ellas recorra el cañón cuando apriete el gatillo?
Y
con horror descubres que la pistola que portas no es como una pistola
normal y corriente, sus balas no te matarán, para eso ya tenías la
primera opción, estas balas tienen la misión de destruir cada una una
parte de tu vida, pero dejando que tu puedas seguir viviendo para ver
como todo lo que hay a tu alrededor se derrumba como un castillo de
naipes, es entonces cuando empiezas a sopesar seriamente el elegir la
primera de las opciones.
Pero tu no quieres tener que elegir eso, tu deseas seguir viviendo, seguir viviendo… pero sin tener que llorar.
Y
continuas buscando mas información, y un día descubres que cada uno de
esos proyectiles tiene una función diferente, y que son independientes
entre si y lees la descripción de cada uno de ellos.
La
primera de todas es la que mas pánico te da, si te tocara en suerte,
pasarás de tener una familia que te quiere a encontrarte de nuevo con tu
soledad, pero esta vez pasarás la noche al raso, por que tu familia
tiene miedo de que portes un arma y te expulsarán del lecho materno sin
ni siquiera escucharte cuando intentes explicarles que esa pistola no la
llevas por voluntad propia.
La
segunda de ellas no es mas alentadora, el mismo resultado que la
primera, pero en lugar de a tu familia perderás a tus amistades, a
quienes se suponía que eran tus mejores amistades, esas que se cuentan
con los dedos de una mano.
Sigues
leyendo y te das cuenta de que todas tienen la misma función, pero cada
una de ellas va perdiendo gravedad con respecto a las anteriores.
Discriminación laboral, perder tu trabajo y encontrarte de pronto con la imposibilidad de encontrar de nuevo un empleo digno.
Discriminación
social, y la lista sigue y sigue, siempre en la misma dirección, pero
tu te aferras a no querer admitir tu destino, ni quieres elegir la
primera opción, ni quieres salir de la sociedad por la puerta trasera.
Siempre
existe la esperanza de que no salga ninguna de las balas, y si sale
alguna, puede que tengas suerte y sea una de las menos dañinas, sigues
leyendo y es entonces cuando el pánico y el terror se muestran en tu
mirada, la pistola que portas no es un colt de tambor, es un arma
moderna, y también existe la posibilidad de que cuando aprietes el
gatillo esta se encuentre en modo automático, y salgan las balas en
ráfaga vaciando todo el cargador; sin perder en ningún momento el horror
de tu mirada, piensas durante mucho tiempo en esta posibilidad, horas,
días, años…
El
tiempo sigue pasando y cada vez que te encuentras con tu amada soledad
sacas el arma de tu bolsillo y el terror vuelve a empañar tu mirada, y
lo piensas seriamente, quizás la peor opción a elegir no sea la primera.
Con
el paso del tiempo la pistola va pesando cada día más en tu bolsillo, y
un día te das cuenta de que ya no eres capaz de seguir arrastrándola,
ese día tomas una decisión, buscas aquel rinconcito apartado en el que
has pasado tantas horas en compañía de tu soledad, tranquilamente te
sientas contemplando el horizonte, y mientras las lágrimas corren una
vez mas por tus mejillas, sacas con cuidado tu pistola, la desenvuelves
otra vez y por un momento te quedas mirándola mientras vas recordando
toda tu amarga existencia, tu decisión ya está tomada, levantándola la
apoyas sobre tu sien… y lentamente aprietas el gatillo.
El
juego ha terminado, ahora deja de imaginar y vuelve a la realidad, por
muy extraña que pueda parecerte esta historia, en el mundo hay personas
que se ven obligadas a vivirla en contra de su propia voluntad.
Que
las balas salgan por el cañón, o la cantidad de proyectiles que
abandonen el cargador no es algo que esté en sus manos, es algo que está
en manos de la sociedad que las rodea, tu formas parte de esta misma
sociedad, no seas tu quien permita que sus vidas se derrumben, no seas
tu quien las discrimine por algo que la naturaleza las impuso al nacer.
El
vivir con este problema no es ningún juego, y para conseguir
solucionarlo hay que reunir primero muchísimo valor para poder afrontar
que nadie te acepte, pero eso es algo que nadie queremos, nadie eligió
nacer así, pero lo que está claro, es que para remediarlo, la única
manera es disparar contra tu propia vida con una pistola llamada
transexualidad, que no esté cargada está en tu mano.
Sarai Montes.